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Planeación Estratégica

LA DIGITALIZACIÓN EN PRO DE LA ESTRATEGIA

José Luis Ortiz Flores

Muchas empresas han intentado inventarse y reinventarse en estos últimos meses en todo el mundo, con resultados todavía por verse. Este ejercicio ha requerido naturalmente un proceso de Planeación, que debe comenzar ubicando dónde se encuentra la empresa después de cambios drásticos en diferentes ámbitos, es decir, un diagnóstico en diferentes niveles: a) la industria en la que nos encontramos; b) el grupo estratégico donde nos ubicamos y c) la empresa misma.

Uno de estos cambios que hemos experimentado en todo el mundo es un aumento en el nivel de digitalización en diferentes ámbitos: clases a distancia en diferentes grados educativos; reuniones de trabajo por videoconferencia; mayor confianza y conocimiento en las compras on-line, incluso en grupos de edades que no estaban habituados a esto; mayor uso de la banca electrónica; consultas médicas por videoconferencia, entre otros. En general hemos cambiado nuestros hábitos y nuestro conocimiento, en mayor o menor grado, con respecto al uso de la digitalización en diversos ámbitos.

Volviendo ahora al Diagnóstico requerido para la Planeación en la empresa, revisar los factores del macroambiente es una actividad indispensable; esto es, revisar los factores políticos, económicos, socio-culturales, tecnológicos, legales y ambientales del macroambiente de nuestra organización. 

Cuando pensamos normalmente en estos factores, nos remitimos naturalmente a pensar en la situación del país en donde estamos; y probablemente algunos de estos factores (políticos, económicos, socio-culturales, tecnológicos, legales y ambientales) nos parezcan negativos o adversos a la empresa en este momento. Sin embargo, justo este nivel de digitalización que estamos viviendo puede representar para las empresas una oportunidad para “jugar” con estos factores, también en diferentes países, redefiniendo el macroambiente de la empresa, sin acotarlo sólo al país donde actualmente se ubica.

Con estos nuevos hábitos laborales, cada vez hay menos diferencia en trabajar con gente de diferentes zonas geográficas o diferentes países, permitiendo a las empresas contratar talento en diferentes naciones de forma mucho más natural (https://redintegralis.com/2020/09/08/home-office/). Por otro lado, las empresas podemos acercarnos a otros mercados a través de la tecnología de forma más eficiente en términos de tiempo y costo, pero, sobre todo, aceptación por parte del cliente.

Es entonces esta digitalización aumentada un factor que puede ser clave en las nuevas estrategias empresariales, ya sea desde el lado del Ingreso (mercados, clientes, ventas) o desde el lado de los Costos (mano de obra, procesos internos, etc.). Ahora bien, estas estrategias no son sólo en términos financieros, las más importantes irán de la mano de la creatividad y la innovación, que también se fortalecen con esta digitalización aumentada (https://redintegralis.com/2020/10/14/algunas-preguntas-sobre-innovacion/). Ya hemos visto lo importante que es detectar el cambio y reaccionar ante él, preferiblemente en forma rápida.

Si el ambiente para nuestra empresa no nos es favorable, entonces salgamos de la zona de confort y busquemos ampliar nuestro ambiente. Retomemos pues nuestros ejercicios de planeación en la empresa, ya sea para mejorar nuestro acercamiento al cliente, para mejorar nuestros procesos internos, innovar con productos o servicios, o para buscar eficiencias financieras (https://lukev.mx/lukev/implementing-an-internationalization-strategy/); seamos creativos, seamos innovadores, busquemos hacer las cosas mejor y ampliemos nuestras posibilidades.

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EL RETO DE IMPLEMENTAR LA ESTRATEGIA

Es muy importante que una organización cuente con elementos sólidos de planeación estratégica, para tener un rumbo y un punto de referencia en su proceso de toma de decisiones en su día a día (https://lukev.mx/lukev/la-vision-como-inspiracion/). Desde luego, todo ese esfuerzo y buenas ideas son totalmente insuficientes si no se “aterrizan” y se llevan a cabo; el reto de implementar la estrategia es complejo y desafiante, pero es lo que realmente hace a una organización ser lo que quiere ser.

La implementación de la planeación y de las estrategias se enfrenta a muchos y muy variados factores para poder ser exitosa: cultura organizacional, tipo de liderazgo, nuevos cambios en el entorno, aversión natural al cambio, por citar sólo algunos.

En ocasiones, para implementar unos nuevos objetivos estratégicos, la cultura organizacional puede provocar que esta implementación sea más lenta, o incluso que fracase. Por otro lado, la comunicación de una nueva misión, visión, de los objetivos, de las estrategias puede ser mas o menos eficaz, de acuerdo con el tipo de liderazgo del Director General y de su equipo directo; y ya sabemos lo importante que es el liderazgo y la comunicación en estos procesos.

En los procesos de implementación hay “gaps” o brechas entre la estrategia y lo que se va logrando, eso es normal. Hay teóricos que señalan que, en estos procesos puede ser muy común que “la cultura se coma a la estrategia”. En ocasiones es muy difícil modificar hábitos, la inercia de la organización puede llegar a ser muy “pesada” para cambiarla en el tiempo necesario. Todos estos factores nos dan una idea del reto que representa una implementación exitosa de la estrategia.

Entonces, ¿qué podemos hacer las empresas para reducir estos factores de riesgo? Algunas sugerencias para llevar a mejor puerto la implementación de una planeación y estrategia son: 

  1. Institucionalizar un proceso de rendición de cuentas;
  2. Evaluar la contribución que hacen las áreas, los equipos y las personas al logro de los objetivos estratégicos;
  3. Diseñar e implementar metas e indicadores relevantes, congruentes y consistentes para cada objetivo;
  4. Dar un seguimiento frecuente al desarrollo de estos objetivos, metas, indicadores e incluso a las acciones puntuales, necesarias para el logro de éstos.

Estas son acciones lógicas para un proceso de implementación y seguimiento a la estrategia, pero es importante contemplar que requieren del tiempo y el enfoque para que se lleven a cabo en la empresa. Es importante tener clara la responsabilidad en la empresa de quienes realizan alguna de estas acciones de seguimiento y control en la empresa. 

Cuando se avanza en el desarrollo de estas acciones, la información que se genera periódicamente puede ser mucha y de diferentes áreas de la empresa. Es importante tener claridad de la forma en que esta información se genera, se reporta, se analiza y se sintetiza, para la toma de decisiones de la alta dirección.

Las empresas pueden apoyarse en sistemas de información para este proceso. Un ejemplo de este tipo de sistemas es el sistema e-GOR, que está diseñado específicamente para estos propósitos y que ha sido probado en diversas empresas de Estados Unidos, España y Latinoamérica (http://egor.intermangroup.com). Una característica de este sistema es que funciona como un servicio (SaaS), incluyendo el acompañamiento en el seguimiento de estas variables (objetivos, metas, indicadores, acciones).

Sólo con una implementación exitosa la organización se va transformando en lo que quiere la alta dirección; un gran proceso de planeación estratégica puede quedarse sólo en datos relevantes o interesantes, si no se logra el aterrizaje a la operación de la empresa.

Demos la relevancia necesaria a este proceso de implementación y apoyemos la planeación estratégica con las herramientas adecuadas para lograr mejorar la gestión de nuestra empresa.

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Los Objetivos como engranes

La planeación de una organización no comienza con la definición de sus objetivos. Su propósito y destino (Misión y Visión) deben definirse previamente como pilares de la planeación estratégica. Más aún, un área, división o departamento no puede (no debe) definir sus objetivos en forma independiente o aislada, ya que éstos deben fungir como conectores de las unidades administrativas, los objetivos como engranes de la organización.

Para poder plantear adecuadamente los objetivos de cualquier organización se requiere previamente, al menos de la definición de su Misión, Visión y de contar con un Diagnóstico, es decir dónde estamos actualmente. Para entonces poder plantear, con los objetivos, a dónde queremos llegar, en cada una de las unidades administrativas. Artículo La Visión como inspiración.

De preferencia, este Diagnóstico obtenerlo como resultado de un análisis competitivo, tanto del sector al que pertenece la organización (externo), como interno. Y cada uno de estos análisis conlleva una serie de elementos que no son triviales: Mapa de Grupos Estratégicos, Fuerzas de la Industria, Estrategias Competitivas, Análisis FODA, Análisis de Recursos y Capacidades, Análisis de la Cadena de Valor, Benchmarking, etc.

Una vez contando con estos elementos básicos, se pueden construir los objetivos organizacionales. Ya sabemos que éstos deben tener cierta estructura recomendable: específicos, medibles, alcanzables, relevantes y con una temporalidad relacionada. Pero es en este momento donde debemos estar conscientes de la importancia de la conectividad de los objetivos organizacionales.

Esta conectividad “alinea” a la organización hacia el mismo rumbo; esta conectividad logra que los recursos y las capacidades de la organización trabajen en forma, al menos eficiente; los objetivos como engranes de la organización.

Y como los engranes de cualquier maquinaria, los objetivos organizacionales se impulsan y se retroalimentan entre sí, es decir deben estar concatenados, “cascadeados”: los objetivos de primer nivel requerirán estrategias, mismas que se convertirán en los objetivos del segundo nivel, y así sucesivamente; los objetivos como engranes de la organización.

Una vez definidos los objetivos organizacionales, se definirán entonces sus indicadores de desempeño, sus metas y desde luego las estrategias para poder alcanzarlos; cada uno de estos elementos de planeación con su estructura correspondiente.

Desde luego, el proceso de planeación no comienza con los objetivos organizacionales, ni termina con éstos, pero ellos son los engranes que moverán a la maquinaria de manera eficiente. Revisemos la estructura y vigencia de los objetivos de nuestras organizaciones para contar con un engranaje que nos permita avanzar.

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La Visión como inspiración

¿Cuántas veces hemos visto la Misión y la Visión de una empresa colgadas en cuadros de las paredes de una empresa, o incluso en su sitio de Internet? De muy pocas te acordarás, e incluso, muchas llegan a parecerse entre ellas. Debemos aprovechar estos meses en los que hemos reflexionado sobre tantas aspectos, personales y profesionales, y utilizar la Visión como inspiración (https://redintegralis.com/2020/04/23/tiempos-de-escenarios-ineditos/).

En este espacio no discutiremos sobre la semántica de la Misión y la Visión, que varían entre empresas, incluso entre países, lo importante es que las empresas tengan conceptos claros sobre a lo que se dedica la organización y hacia donde va la misma, un destino, una visión.

La Visión es un elemento fundamental de la Planeación Estratégica de cualquier organización; sin embargo, es innegable la falta de claridad y de valor que puede tener la misma para muchos emprendedores, directores generales, CEO´s, consejeros, fundadores; gobernadores y presidentes, de diferentes organizaciones, públicas y privadas. Para muchos de ellos no es necesaria, o sólo son “palabras bonitas”, que en realidad son “letra muerta” para poner en folletos y en la página web. Y en efecto son letra muerta, precisamente por ese concepto que se tiene de la misma.

La Visión de una empresa debe proyectar sus aspiraciones, dar una visión panorámica de hacia dónde se dirige la organización, ayuda a plantear la ruta para prepararse hacia el futuro y si está bien pensada, bien comunicada y adoptada por todos los miembros de la organización, logra alinear los esfuerzos y los recursos hacia los mismos objetivos, haciendo en consecuencia, una organización más eficaz y eficiente. Podemos recordar la anécdota de los dos albañiles, uno que sólo “ponía piedras, unas sobre otras” y el otro que “construía una catedral” (http://sicap-instituto.com/JML4/index.php/articulos/auto-ayuda/480-construyes-catedrales-o-pones-ladrillos). Vemos ahora que, más que para los clientes, estos elementos son para los miembros de la organización.

Por estas características, la Visión, además de apoyar en el proceso de planeación, puede y debe ser un elemento que “toque” el factor humano y que inspire a nuestro equipo de trabajo. Por eso, este es un buen momento para revisarla y cuestionarnos si está bien pensada, bien comunicada y bien adoptada por la organización. Una visión bien pensada, puede y debe superar diversas coyunturas en el corto y mediano plazos; pero no basta con que esté bien pensada.

Grandes empresas pueden caer en situaciones que cuesten millones de pesos, por no tener una buena comunicación y adopción del rumbo hacia donde se dirige la empresa.

Una visión no debe “refugiarse” en los éxitos pasados o presentes, debe evitar generalidades (que le caben a cualquier organización) y superlativos (la mejor, la más exitosa, líder global) que suelen omitir aspectos esenciales o específicos de cada organización.

Si está bien pensada y planteada, se vuelve herramienta fundamental para que la alta dirección tome decisiones; y si es específica para cada empresa, es un elemento que apoya la construcción de objetivos y estrategias. Recordemos el dicho “no hay buen viento para aquel que no sabe hacia dónde va”.

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La chispa del desarrollo

Contar en la empresa con una planeación estratégica, procesos productivos eficientes, gobernanza, liderazgo, y otras herramientas administrativas, nos ayudan a mejorar, a enfrentar las adversidades, y a cumplir nuestros objetivos, pero el desarrollo del hombre requiere de una chispa.

El desarrollo del hombre, como especie y como sociedad, requiere de esa chispa que a cada uno de nosotros nos empuja a ser mejores, a ser diferentes, a ir por nuevos caminos. Esa chispa que ha existido desde siempre y que nos ha llevado a apreciar la belleza, a reconocer la estética, a tener maquinaria cada vez más eficiente, a una revolución industrial, a tener nuevos y mejores medios de transporte, a tener nuevas y mejores fuentes de energía, a viajar al espacio, a conectarnos por Internet; como lo dice el lema olímpico: “citius, altius, fortius”, más rápido, más alto, más fuerte” https://edition.cnn.com/2020/05/30/tech/spacex-nasa-launch-astronauts-scn/index.html.

Esa chispa que nos llama a esforzarnos por la excelencia personal, y entonces, como sociedad, y cada uno, en su campo de actuación, participamos en el desarrollo del hombre.

Existiendo esa chispa en la empresa, varios elementos administrativos son más claros: los criterios de reclutamiento y de desarrollo de personal se vuelven naturales y lógicos; la reingeniería de procesos y la mejora continua son normales; el cumplimiento normativo, cuando es lógico, es sólo un requerimiento mínimo, y cuando este compliance no es lógico puede provocar ventanas de oportunidad de negocio, en los casos en que la ciencia y la tecnología van varios pasos por delante de la legislación y de la norma.

Debemos advertir y evitar que una sociedad desincentive esta chispa, cuando un país obstaculice la creatividad, el emprendimiento, la investigación, la ciencia, la innovación, la tecnología, las nuevas formas de hacer las cosas (https://www.eluniversal.com.mx/opinion/ana-paula-ordorica/los-tres-strikes-que-poncharon-las-energias-limpias ).

Si una sociedad desincentiva esta chispa, las empresas somos aún más responsables de mantenerla, de incentivarla y de exigir esa chispa que nos provoca a ser mejores, que nos empuja a hacer las cosas de manera diferente, para crear valor y entregar valor.